jueves, 8 de noviembre de 2007

Diario de: un no-fumador

Buenas, gente, aquí ando de nuevo, dejando que mis impresiones vuelen por el aire cibernético, a disposición del que quiera leerlas. Temas dispares y cambiantes, que según me da la inspiración los plasmo (previa documentación) aquí. Hay temas que son gritos desesperados de frustración (como los de la renfe), otros son opiniones que tengo que cuento a nadie y a todos a la vez. Lo que está claro es que mis entradas tienen: 1 o 2 párrafos de introducción que no tienen que ver con el tema, 1 párrafo de antecedentes sobre el tema (por qué ese tema, y por qué en ese momento), el tema en sí, y una conclusión final.

Bueno, para completar el segundo párrafo de introducción, os digo, entre la universidad y el carnet, saco poco tiempo para poner nada, o documentarme en temas que quiero tratar, pero bueno, aquí sigo, posteando cuando me apetece, que para algo el blog es mio XD. Los temas prometidos sobre las elecciones llegarán, todo a si tiempo, pero necesito documentarme a saco, y no empezaré con ellos hasta después de las vacaciones de navidad.

Ahora, al tema. Primeramente espero que Mercedes Milá no me denuncie por plagio XD. En los periódicos que he leído he visto muchas noticias relacionadas con el tabaco, un tema que sigo de cerca, como sabéis, y veo (y leo en los comentarios) lo perseguidos que se sienten los fumadores por no poder fumar donde les plazca (hospitales, colegios, centros de trabajo...). ¿Perseguidos? su humo se expande a su alrededor persiguiendo con pasiva indiferencia a todas las personas de cerca. Se sienten perseguidos por no poder encenderse un cigarrillo en un centro comercial. ¿Me siento yo perseguido por no poder montar con mi bici dentro de un centro comercial? pues viene a ser lo mismo esto.

Quiero relatar mi vida como no-fumador (bueno, pasivo muchas veces), a ver quien se siente perseguido por quien. Experiencias reales desde bien pequeñito, hasta la llegada de la ley, y después de la llegada de la misma.

Siendo mi padre médico, pues el tema del tabaco estaba muy presente en casa. Básicamente venia a ser quien se está muriendo a causa de fumar mucho, y quien no se muere, pero mal vive a causa de lo mismo. El hospital donde trabajaba mi padre tenía una sala de descanso para los médicos, un fumadero oficial (no se podía fumar en el resto del hospital) y quedarse allí alguna vez era toser y picor de ojos. No me tenían en mucha consideración los "médicos" que fumaban.

Avanzando en el tiempo, rondando los 12 o 13 años, empecé a ver los primeros fumadores en el colegio, bueno, no se les veía mucho, por lo general en el colegio fumaban encerrados en los cuartos de baño, o de camino a casa si se iban andando. Por lo general, y entre semana, mantenían su vicio oculto, sin que nadie les viera. En los fines de semana ya iban más de... chulitos, fardaban de fumar. Un crío de 12 años que tiene que estar en casa a las 9 o se queda sin tele una semana, fumando y haciéndose el "mayor" delante de sus amigos. Y lo peor es que así es como empieza todo el mundo.Yo no conozco ni un sólo fumador que haya empezado después de cumplir los 18.

La primera vez que fui a Irlanda supone un punto de inflexión importante: pasé de ver el tabaco como algo lejano y marginal, a verlo como algo... habitual, y también empecé a sufrirlo. Yo tenía 14 años, y mis compañeros españoles 15. Estaba en una residencia universitaria de Cork, toda para nosotros, sin más vigilancia que un monitor que nos compraba alcohol para las fiestas. Todos los españoles que iban, salvo yo (bueeno, creo que uno o dos más...) fumaban. Evidentemente fumaban habitualmente a escondidas de todo el mundo, y ahora tenían la oportunidad de hacerlo abiertamente. La casa de la residencia tenía niebla constante, los cigarritos mañaneros, nocturnos, el de después de comer, el de antes de cenar... los fumadores de allí no tardaron en incrementar el consumo de tabaco. Un paquete les duraba una semana, ahora se lo fumaban en un día.

Yo, con el dinero de Irlanda me compré cosas: camisetas, recuerdos, regalos para la familia, y caprichillos de allí (hay una fábrica de cadbury en Irlanda, y cantidad de chocolatinas baratas y que no están en España, por lo hablar de las pringles, que aún no habían llegado aquí), los fumadores se gastaron todo en tabaco. Allí el tabaco cuesta el doble. Imaginad el gasto, una cajetilla a 6€, 28 días de Irlanda, a cajetilla por día: 168€ (bueno, por aquella época había pesetas, pero lo he traducido XD). Por no hablar de que incrementaron lo que fumaban muchísimo, y seguro que eso tiene repercusiones después.

Poco después, en esas edades, a los 15, 16 años en adelante es cuando empiezas a salir con tus amigos a bares y demás sitios, el humo está presente allá donde vayas. Ir a un bar una noche implicaba toses, ojos rojos, garganta muy seca y olor a tabaco hasta en los calzoncillos. La ropa a lavar al día siguiente, y a ventilar por la noche, que si no, el olor no se va de mi cuarto en días.

Te planteas el salir por ahí, ¿merece la pena salir con los amigos pagando ese precio en incomodidades y en salud resentida? pues muchas veces no. Yo me quedaba en casa muchas veces si el plan era encerrarse en un bar o similar. Si tenía mucha ganas de salir, pues no había mas remedio, porque fueras donde fueras te ahumabas. Restaurantes, bares, centros comerciales... Y para llegar a esos sitios, en metro, a ahumarse más. Salir era equivalente de volver ronco, con los ojos rojos y la ropa a lavar de urgencia.

Pasaba lo mismo cuando iba a centros comerciales a comprar con la familia, en los vestíbulos de los cines, en tiendas de golosinas incluso... salir de casa, incluso para ir al colegio, era volver apestando a tabaco a casa. Eso si que es perseguir.

La universidad era peor si cabe. No se podía estar fuera de clase, había niebla muy densa en los pasillos, e ir a tomar algo a cafetería era una condena segura. Encerrado en clase hasta en los descansos, con visitas al baño aguantando la respiración y rezando porque no me tocara comer en la universidad.

Parecía que todo ésto llegaba a su fin, la ley anti-tabaco llegó. Pero nada más lejos. Estamos mejor que hace años, es cierto, pero no estamos como la ley promete, o si no, un paseito por atocha lo confirma. Los fumadores han reaccionado con chulería diciendo que fuman donde les da la gana, pese a quien pese, los no fumadores eramos como policías "disculpe, aquí no está permitido fumar". Y de la noche a la mañana, de estar perseguidos por el tabaco ahora nos persiguen los fumadores diciendo que tienen "derecho" de fumar (de eso ya hablaré en otro tema, porque fumar no es un derecho, es una actividad, como hacer maquetas o montar en bici) en donde quieran, y que los no fumadores sólo queremos prohibir fumar por fastidiarles.

A mi me da igual que fume la gente, lo que no quiero es tragarme su humo, y la ley establece lugares donde no se puede fumar, y ya que el respeto y el sentido común no sirven para que se nos respete, pues que menos que acatar la ley vigente.

En lo que se refiere a mi situación actual, bueno, debería ser mejor, pero no me quejo. En mi universidad no se fuma, y tengo localizados muchos locales de ocio sin humos a los que voy los fines de semana. Mi "tolerancia" al humo del tabaco ha bajado a 0, y no aguanto estar en un lugar cargado de humo como lo aguantaba antes. Mi novia es igual que yo en ese sentido, así que disfrutamos del ocio sin humos. Mis amigos son harina de otro costal, siguen yendo a los mismos lugares cargados de humo, y se a ciencia cierta que ya no aguanto eso. Así que o hago de tripas corazón al menos un par de veces al año, o les invito a mi casa donde mando yo.

2 comentarios:

Faile dijo...

Este asunto ha estado presente en mi vida desde antes de ver la luz por primera vez, y así me ha ido. Hija de padres fumadores he sufrido lo que no está escrito como fumadora pasiva, por no mencionar lo que le espera a cualquier no adicto a la nicotina cuando sale de casa. Comencemos por el principio...

Mi padre siempre ha sido uno de esos fumadores compulsivos de más de una cajetilla al día, por suerte mi madre no llegaba a tanto y más grato aun es que ella sí que consiguió liberarse del yugo de esta droga legal, aunque fuera de rebote. Al quedarse embarazada de mi desarrollo un aborrecimiento absoluto al humo de tabaco, hasta tal punto que llegó a estar ingresada y aislada en el hospital porque todos sabemos que hace 20 años esta porquería estaba presente hasta en el último rincón de la sociedad (y en mi casa ni os cuento). Pero claro, todo pasa factura y para variar me tocó la china y llegué con tara de fábrica: manca gracias a todos esos tolerantísimos y respetuosos nicotinómanos que compartían de buena gana su humo tóxico por doquier (mi familia incluida), y para colmo los médicos les decían a mis padres que había tenido suerte de que sólo me faltara una mano... A raíz de esto mi madre dejó definitivamente su adicción, a mi padre le resbaló y siguió a lo suyo.

Años más tarde nació mi hermana pequeña, también con algo de mala suerte ya que siendo un bebé tubo que pasar por quirófano, aquí nadie mencionó el tabaco pero visto en retrospectiva junto a todo lo demás a mi me hace sospechar... Pues recién salida del hospital y ya en casa mi padre no se cortaba un pelo en fumar encima de la cría recién operada, hasta tal punto que otros miembros de la familia (también fumadores, que en mi familia el vicio parece pasar de padres a hijos como una enfermedad heredada) tenían que llamarle la atención para que al menos saliera a otra habitación. Vergonzoso.

Visto lo visto a nadie le extrañara que incluso en el coche el hedor a tabaco fuera constante, de hecho como me mareaba cada vez que mi padre se encendía un cigarro tenía una provisión de bolsas de plástico al lado de mi asiento para que no tuviera que pararse cada vez que necesitaba una nueva dosis de nicotina. En casa no creo que necesite explicar el panorama, sólo decir que yo jamás me senté en el salón junto a mis padres a ver la televisión o lo que fuese, siempre estaba sola en otra habitación donde no hubiera tanto humo.

Como nadie más que yo parecía encontrarse mal ante el humo, y siendo yo tan pequeñita, pensé que era culpa mía, que era rara y que no debía decir nada porque sino todo el mundo se reiría de mi. Por suerte al crecer y conocer mejor el mundo que me rodeaba empecé a comprender lo que realmente ocurría a mi alrededor, encontré a otras personas que al igual que yo sufrían el hediendo y cancerígeno humo ajeno y (sobre todo en los últimos tiempos en que toda la verdad ha salido al fin a la luz sin posibilidad de réplica o chanza como antes) accedí a la horrible verdad que se oculta tras "este acto social". Ahora, y más desde la entrada en vigor de la nueva Ley por escasa y poco respetada que sea sobre todo en ciertas comunidades, puedo protegerme un gran medida cuando estoy fuera de casa, puedo salir a tomar algo en locales libres de humo (CC y pastelerías con cafetería, aun no conozco ni un sólo bar en Madrid que haya desterrado el inmundo humo tabaquil). En definitiva puedo ejercer (aunque bastante limitado aun desgraciadamente) mi derecho a no respirar humos ajenos, aunque aun hay más de uno que no se quiere dar por enterado y sigue apestándolo todo sin importar los cartelitos que haya en las paredes o que le llamen la atención, menuda vergüenza ajena.

Lo mejor es que desde hace unos meses en casa se respira mejor. Mi padre nos ha dado una pequeña tregua y casi siempre se sale a una ventana a dar rienda suelta a su vicio. Aunque la casa sigue teniendo el penetrante tufo del tabaco ha sido una pequeña gran mejora y un respiro sobre todo los fines de semana que estamos todos en casa.

La cosa ha mejorado claramente desde mi infancia pero aun queda mucho camino por recorrer. La Ley actual, aparte de que sobre todo nicotinómanos y hosteleros se la pasan por el forro, es insuficiente y discriminatoria para ciertos grupos como por ejemplo los empelados de hostelería, que parecen trabajadores de 2ª sin ningún derecho que los ampare ante los humos tóxicos del tabaco. Hemos pasado de nada a algo, pero en un país civilizado y supuestamente avanzado eso no es suficiente y más si queremos alardear de estar a la altura de Europa, donde sí se toman en serio estos temas y le dan la importancia que merecen.

Al fin y al cabo aquí no se trata sobre el tan cacareado "respeto" y "tolerancia", como quiere hacernos creer la industria tabaquera a través de sus sicarios y de los pobres adictos a los que trata como perros amaestrados. Este es un asunto de salud pública y drogadicción, ni más ni menos y debe tratarse con toda la seriedad y mano dura que merece.

Unknown dijo...

muy triste las historias que contais, con las que me siento identificado en gran parte.
A veces parace un mal sueño, porque parece increible que el ser humano haya sido tan necio de cometer el error del tabaquismo, para mi el mas grande de la historia (¿cuantos millones de muertes por tabaquismo habrá habido y seguira habiendo?)

Solo comentaros que quejarse cuando te atufan y no ir a sitios donde permitan fumar esta muy bien y es imprescindible,,, pero es muy importante denunciar a los locales y empresas donde se incumple la ley (no hay que buscar mucho)ya que tenemos que poner en evidencia la dejadez de la administracion y la mierda de ley que tenemos.

Por ello DENUNCIAD LOS INCUMPLIMIENTOS DE LA LEY DEL TABAQUISMO EN

WWW.PNF.ES

ES GRATIS, ANONIMO Y SOLO LLEVA 1 MINUTO.

Más facil imposible.

SI NO DENUNCIAMOS LOS INCUMPLIMIENTOS, AQUI NO HA PASADO NADA.